domingo, 3 de abril de 2016

Nevera de Xiva-El Cuco-Pico de Yerba-Fuente Viñas

Ante de empezar a describir la ruta decir que la sierra de Xiva es el paraje natural municipal más grande de la Comunidad Valenciana. Dicho ésto comenzamos...
Espectacular, impresionante, delirante, acomplejante, explosionan y todas las palabras que se te pueden ocurrir que acaben en -ante, son pocas para describir la ruta que nos hemos marcado Nacho y yo.
Hacía cerca de 5-6 años que no me acercaba por la sierra de Xiva, los recuerdos que tenía me dejaban un sabor agridulce, sobretodo de la subida a la nevera que me dejó bastante tocado, la vez que la subí por la cuesta del cura y las numerosas zetas con firme (por llamarlo de alguna manera) bastante roto.
Así pues, enfrentaba esta salida con ciertas reticencias y cierto gusanillo nervioso en mi cuerpo.
Primera salida vespertina que no nos ha permitido disfrutar del todo de la tranquilidad del lugar ya que llegado cierto punto el redondeado astro ardiente nos iba abandonando para dar lugar a una noche estrellada.
Cargadas ya las bicis sobre en el coche emprendemos nuestro viaje hacia Xiva a la cual llegamos en cerca de media hora, desde la autovía, las vistas amenazan a nuestra lógica y entre risas vemos un camino que serpentea hacia arriba con desniveles imposibles y le digo a Nacho que eso es lo que íbamos a subir, ha sido un día de premoniciones, ya que poco después estaríamos subiendo por él.
Dejamos el pueblo y nos dirigimos hacia un grupo de chalets cercanos a la granja de toros, lugares ya conocidos por mí de anteriores incursiones por la zona.
Emprendemos nuestro pedalear por una zona asfaltada y con ligera inclinación positiva, en breve empezamos a ver señales que nos dirigen hacia los diferentes picos de la zona, y poco a poco nos vamos dirigiendo sospechosa e inexorablemente hacia el camino que veíamos desde la autovía.
Así pues emprendemos la subida sin más dilación y sin casi tiempo de que nuestros músculos se habitúen al esfuerzo, el firme, sobre tierra, parece una carretera, está recién apisonado, de hecho casi al final nos encontraremos con la "culpable" de tal finura.

Es de agradecer porque la subida deja poco o ningún respiro a las piernas, no quiero imaginar lo que debe ser subir semejante caminito con un suelo roto y empedrado.
Poco a poco, pedalada a pedalada, nos damos cuente de lo que nos espera hoy, miramos a la derecha y vemos la inmensidad de las vistas que se nos van presentando, valles infinitos, sólo interrumpidos por el azul del mar y montañas, picos y elevaciones que nos hacen soñar.
Vemos allá arriba a nuestra derecha una especie de caseta naranja y (segunda premonición) en tono jocoso nos decimos que allí es donde vamos, risas, comentarios, jiji, jaja, pues sí, allí acabaríamos horas más tarde.

Nuestro camino nos lleva a un mirador desde donde podemos ver una vistas maravillosas y donde un aire fría nos hace volver a coger a nuestra amiga entre las piernas y romper a sudar de nuevo.

Hoy era el primer día que salíamos sin mayas largas y no las hemos echado de menos para nada.

De repente y sin previo aviso aparecemos en la nevera.

Veo el camino de infausto recuerdo a mi izquierda y el severo de dimensiones bastante grandes aguardando paciente a que de nuevo, algún día, la nieve vuelva a hacer acto de presencia en la sierra y lo cubra de nuevo.

Nos hacemos a foto de rigor y seguimos subiendo un poco para encaminarnos hacia el pico del Cuco,  aquí el terreno está algo más roto, pero nada complicado.

Dejamos a nuestra izquierda un parque eólico del que tomamos nota para futuras incursiones por la zona.
La loma o el pico del Cuco ronda los novecientos y pico metros de altitud, pero se encuentra en una especie de meseta lo cual hace que no tengas la sensación de altura ni de inmensidad que deberías tener.

Es ahora cuando emprendemos por fin la primera de las bajadas, como será norma es esta salida, es una bajada que no te deja disfrutar después de todo lo subido y eso es debido a que es una pista ancha pero de terreno cubierto de grava, lo cual hace que no puedas coger la velocidad que te pide el cuerpo y convierte la bajada en un transitar con cierto peligro, es una pena, no podemos disfrutar lo subido, pero nos deja unas vistas estupendas marcadas por los frailes de piedra que comenzaron hace siglos su peregrinar y se quedaron orando y contemplando la belleza del paisaje.

Una vez abajo empezamos a comprender que la mancha naranja está más cerca y que nos dirigimos hacia ella.
Resulta que esa mancha naranja es el pico de Yerba y hacia allí nos encaminamos sin muchas pausas ya que el tiempo de luz escasea.
La subida no es excesivamente dura pero empieza a notarse la acumulación de porcentaje subido que llevamos sobre las piernas, finalmente, dejando las hoces del Cabriel allá abajo a nuestra izquierda, llegamos a nuestro destino, ¿qué mas da que el sol se esconda? ya veremos cómo bajamos. Una vez allí abrimos los ojos todo lo que podemos e intentamos captar con la mirada el espectáculo que nos brinda semejante balcón al infinito.

Que pequeños somos y sin embargo, cuánto daño hacemos, una pena. aún así la sierra con pocos árboles se mantiene verde gracias a matorrales y flores que cubren de naturaleza las cicatrices dejadas por repetidos incendios ocurridos en la zona hace años.
Un par de águilas revolotean cerca de nosotros y nos despiertan de la entonación en la que nos encontramos.

Empezamos a bajar y de nuevo una pequeña sorpresa nos espera, ya que, ésta no ha sido la última subida del día aún tenemos que asomarnos a otro balcón espectacular.
Si aquí hubiese acabado la ruta podríamos decir que habría sido perfecta, pero aún quedaba una última broma que nos aguardaba, agazapada  a nuestra izquierda.
Quedaban 7 km para acabar y el GPS nos decía que quedaban 40 minutos, nos decimos que está equivocado que todo es cuesta abajo, que ya no queda nada, que..... bici al hombro y a bajar cerca de 1 km que me han parecido 1000, eso no es una senda, de hecho me ha parecido ver una cabra en una esquina acurrucada y llorando de miedo.
Fuera de bromas, hemos conseguido tras bajar la senda de la Malavida volver a subir sobre las bicis para enfrentarnos a un par de subidas cortas pero con un desnivel y un grado de dureza por el terreno y por los km acumulados importante, finalmente vemos las manchas blancas de la fuente Viñas cerca pero aún nos queda bajar, por decir algo, por un terreno pedregoso a más no poder, la bici iba de lado a lado, los puños prietos, tensos, las piernas destrozadas y la espalda creo que aún la tengo detrás.
En fin, de nuevo una bajada que no hemos podido disfrutar.

Finalmente llegamos a Fuente Viñas y dejamos que su dulce y cálida agua riegue nuestro labios, tras lo cual nos dirigimos por zona ya conocida hacia el coche, justo en el momento en el que Sol, nos ha dicho hasta mañana.
En definitiva una ruta para recordar durante mucho tiempo y para repetir seguro, lo único que probablemente, no bajemos por el mismo sitio y busquemos alternativas más ciclabes.
Ruta con un IBP de 141, 36 km, con un desnivel medio de 8,99%,

Ruta total de 36 km, con un desnivel medio de 8,99%, con más de 2 km por encima del 20% y una desnivel positivo acumulado de 1437. Un valor de IBP de 116.
Enlace a la ruta aquí.


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